La Humanidad - el objeto de Corazón para la alegría de Dios; las tres bendiciones

La creación fue hecha en la imagen de los atributos internos y externos de Dios. La humanidad es un objeto substancial en la imagen de Dios, mientras que todas las otras cosas de la creación son objetos substanciales que son símbolos de Dios. Por eso, la humanidad es el objeto, o el ser respondiente, que está más cerca del corazón de Dios.
Dios les dio a los primeros antepasados humanos, Adán y Eva, este mandamiento: " . . . mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio." (Génesis 2:17)
Esto demuestra que Dios directamente comunicó Su voluntad y Su corazón a la humanidad. Si Dios nos hubiera creado incapaces de sentir Su corazón, no habría ningún motivo para que Dios nos lo hubiera comunicado. Pero fuimos creados como los objetos que podrían entender y responder a la voluntad y al corazón de Dios, y así somos los seres más próximos a Su corazón. Fuimos creados como Sus hijos, quienes recibirán directamente el corazón de Dios, dándole alegría.
Como ya fue explicado, el fundamento de cuatro posiciones es el fundamento básico a través del cual Dios puede obrar. Cuando cumplimos el fundamento de cuatro posiciones centrado en el ideal del amor de Dios, llegamos a ser el objeto de corazón que devuelve alegría perfecta a Dios. Entonces se realiza la meta de Dios para la humanidad, El Génesis 1:28 resume la meta de la creación de la humanidad por Dios en lo que son llamadas las tres bendiciones:
"Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla :.."

1. La primera bendición
La primera bendición de Dios ("Sed fecundos...") es nuestra habilidad de perfeccionar nuestro carácter a través de la debida acción de dar y recibir entre la mente y el cuerpo, uniéndolos centrados en Dios. De esta manera, una persona forma un fundamento de cuatro posiciones en el nivel individual, y llega a ser un santuario de Dios (I Corintios 3:16). Cuando tales individuos perfeccionados se unen completamente con Dios en corazón (Juan 14:20), llegan a tener el carácter de Dios, constantemente teniendo a Dios en el centro de sus pensamientos y sus acciones.
Cuando una persona logra la primera bendición de Dios, naturalmente compartirá los sentimientos de Dios como propios, y su
único deseo seria el de hacerse un objeto perfecto a Dios. Para tal persona, sería absolutamente imposible cometer un crimen, porque al hacerlo sentiría la misma pena que sentiría Dios. Cuando una persona realiza el perfeccionamiento individual, se hace el objeto completo del corazón de Dios y satisface el deseo que Dios tiene de amar. Si hubiéramos realizado la primera bendición, habríamos llegado a ser los objetos de corazón que Dios desea amar. Entonces habríamos sido el fruto del amor vertical de Dios.

2. La segunda bendición
La segunda bendición de Dios ("multiplicaos . . .") es nuestra capacidad de tener una familia ideal. Adán y Eva deberían haber alcanzado el perfeccionamiento individual y luego haberse hecho esposo y esposa, dando a luz hijos con naturaleza de bondad y formando una familia sin pecado. Este fundamento de cuatro posiciones en el nivel familiar, centrado en Dios, habría sido la realización de la segunda bendición de Dios.
Llegando a ser esposo y esposa sobre el fundamento de haberse perfeccionado a través del amor vertical de Dios, Adán y Eva habrían realizado completamente el amor horizontal de Dios. Desde el punto de vista de corazón, el hecho de que Dios nos permitió tener hijos, al realizar el amor horizontal de Dios, es una gran bendición, porque a través de nuestros hijos podemos sentir el amor vertical que Dios siente hacia nosotros.
Si Adán y Eva hubieran alcanzado su perfeccionamiento, formando la primera familia centrada en Dios y dando a luz hijos con naturaleza de bondad, habrían llegado a ser los Padres Verdaderos eternos de toda la humanidad, estableciendo así el reino de los cielos. La unidad básica del reino de los cielos es la familia verdadera, la cual es la realización substancial del fundamento de cuatro posiciones.
La familia verdadera es el fundamento básico para el amor vertical y horizontal de Dios, y es el objeto perfecto del corazón de Dios. Basados en esta familia verdadera, una sociedad verdadera, una nación verdadera, y un mundo verdadero se habrían realizado. Si Adán y Eva hubieran creado tal familia y tal mundo, habría sido el reino de los cielos en la tierra. Esta es la voluntad de Dios.

3. La tercera bendición
La tercera bendición que Dios nos dio ("henchid la tierra y sometedla...") es el derecho de tener dominio sobre la creación entera. Para que Dios sienta alegría, nosotros, como el objeto de Su corazón, siempre debemos experimentar la felicidad en nuestra vida. Por lo tanto, Dios creó todas las cosas como objetos pare nuestra felicidad, y pare que podamos sentir alegría. En otras palabras, puesto que todas las cosas reflejan substancialmente los atributos internos y externos de nuestro ser, ellas son nuestros objetos substanciales, y podemos sentir alegría substancial por medio del estímulo que ellas proveen.
Antes de crear a la humanidad, Dios hizo todas las cosas según nuestra imagen (o modelo). Por eso, las características, las estructuras, y el funcionamiento de los animales están contenidos dentro de los seres humanos. Además, tenemos las características y la estructura de las plantas y de los minerales. Puesto que todas las cosas se parecen a nuestros atributos internos y externos, podemos amar a todas las cosas y sentir alegría por el estímulo que ellas nos dan.
Nuestro dominio de amor sobre todas las cosas, con la resultante alegría que recibimos de ellas, es la realización de la tercera bendición de Dios.
El mundo donde las tres bendiciones son realizadas es el mundo ideal en el cual Dios y la humanidad, y la humanidad y el cosmos, están en armonía completa. Tal mundo es el reino de los cielos en la tierra. Como será explicado luego con más detalle, fuimos creados pare vivir en el reino de los cielos en la tierra, en una vida de completa unidad con Dios, quien es la fuente de la vida y de la bondad. Después de tal vida en la tierra, cuando el cuerpo físico de una persona muriera, su espíritu dejaría su cuerpo físico y pasaría al mundo espiritual. Allí viviría eternamente en el reino de los cielos, en el dominio del amor perfecto de Dios.
El reino de los cielos se parece a un individuo que ha alcanzado el perfeccionamiento. En un ser humano, los mandatos de la mente son transmitidos al cuerpo entero a través del sistema nervioso central, el cual también induce el cuerpo a actuar para mantenerse a sí mismo. De igual manera, en el reino de los cielos, la voluntad de Dios es comunicada a la humanidad a través de los Padres Verdaderos—nuestros antepasados verdaderos—induciendo a todos a moverse y armonizarse según el ideal de Dios. Así como ninguna parte del cuerpo jamás se rebelaría contra los mandatos del sistema nervioso central, ningún individuo perfeccionado se rebelaría contra el dominio del amor de Dios. En tal mundo, no habría ni conflicto ni crimen.

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